Gracia inmerecida
GRACIA INMERECIDA Hace muchos años, en la soledad de mi habitación me preguntaba si algún día podría conocer a aquel hombre que susurraba cada noche a mi oído ¡Te amo, camina junto a mí! Ese mismo que solía abrazarme y quedarse conmigo hasta poder conciliar el sueño; conversábamos largas horas, Él era mi amigo más personal. Solía contarle como había estado mi día, hacerle chistes, (aunque debo confesar que nunca he sido buena para eso); Disfrutaba tanto hablar con Él, me sentía tan amada, tan escuchada, de hecho, llegaba a sentirme valiosa y con un futuro cuando lo tenia cerca. Anhelaba demasiado que llegara la noche para poder ir a mi encuentro con Él, (Era nuestra hora favorita para conversar) pero por encima de contarle mis cosas, anhelaba más esos abrazos llenos de amor; anhelaba ese beso en la frente con el que me despedia cada noche, cuando un tanto soñolienta, solia decirle: por favo...